ESCUMODA
14/10/2025

El color es una de las herramientas más poderosas del estilismo. Un solo acento cromático puede transformar por completo la percepción de un look. El llamado “pop of color” es ese toque vibrante que rompe la neutralidad, aportando energía y personalidad. Pero su éxito radica en el equilibrio.


Usar color con intención significa colocarlo en el punto exacto: un bolso rojo en un conjunto beige, unos zapatos verdes en un look denim o un delineado azul sobre un rostro neutro. La clave está en que el color destaque sin saturar.
Más no siempre es mejor. La elegancia nace de la moderación. Saber dónde colocar ese acento cromático distingue al estilista consciente del improvisado. Este tipo de decisiones visuales están guiadas por la armonía visual, un concepto central en el diseño de imagen.
La inspiración puede venir de pasarelas o street style, pero el objetivo es desarrollar una sensibilidad estética propia, similar a la precisión técnica que se necesita al crear una prenda (puedes leer más en Del boceto al prototipo).
El pop of color no es una fórmula, sino una herramienta expresiva. Su poder está en el equilibrio, la observación y la sutileza. Dominarlo es entrenar el ojo para crear armonía visual, la misma que se necesita para romper las reglas con intención.
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